En la vida ordinaria, el ego/mente va de lo “inacabado” a la “acabado”, y también de lo “incompleto” a lo “completo”. En cambio, el camino espiritual va de unos estados evolutivos emergentes y completos a otros estados emergentes también completos. Las posiciones del ego son interactivas y generalmente representan algo compuesto.
Por ejemplo; es posible que para desmontar el enfado uno tenga que estar dispuesto a entregar el orgullo subyacente, que a su vez depende de entregar un deseo. Esto significa entregar el miedo que energizó el deseo, lo que a su vez está relacionado con deshacer una pérdida imaginaria, y así sucesivamente.
Por tanto, las motivaciones están entrelazadas e interactúan entre ellas, y entregarlas operacionalmente conduce a los niveles siguientes, que están compuestos de dualidades. Así, en las capas más profundas tienden a salir a la superficie nuestras creencias con respecto a Dios, las expectativas espirituales programadas y los sistemas de creencias. Por tanto el trabajo espiritual es cuestión de una exploración que trasciende los conceptos mentales, como los de causa y efecto.
Extracto de “Disolver el EGO”.
Dr. David R. Hawkins