Los japoneses lo llaman satori, que significa “despertar instantáneo”,
y eso fue exactamente para mí.
Tomé la decisión de
realizar mis sueños y hacer de mi vida mucho más
de lo que había sido hasta entonces.
Ahí fue cuando saboreé por primera vez la auténtica libertad, la que se desprende de tomar las riendas de su vida y
de todos los elementos que la constituyen.
(De El monje que vendió su Ferrari)